Como posibilidad
de irse por lo menos sólo con la cabeza
Los viajes son
un poco eso, las vacaciones son un poco eso, más allá y más acá del
capitalismo, del trabajo asalariado/ precarizado, en negro o blanco, o de
colores pero en las condiciones más desventajosas.
¿Quiénes nos vamos de
vacaciones? ¿Quiénes estamos bajo relación de alguna dependencia institucional,
o no… para tomarnos una semana de vacaciones en invierno, una, dos, tres cuatro
o un mes en enero?
El irse con la
promesa de la vuelta, uno al irse, o con solo pensar la posibilidad de irse,
renueva las ganas de volver diferente. Hacer todo lo posible para irnos es una
estrategia para continuar en nuestros lugares de otras maneras, ir a esos otros
lugares, o los no lugares, o lugares a crear.
Quién haya hecho psicoanálisis sabe hasta el hartazgo la cuestión de los lugares: donde nos ponemos, donde nos
ponen, cómo podemos hacer para salir de esos lugares que no nos han hecho
felices. Por ahí no encontràs todavía el lugar del deseo total, pero podes salir
del lugar de la incomodidad, eso ya es una montòn.
Las opciones son
así: la contradicción en sí misma, en el momento que pienso como una
posibilidad irme, aparece como idea fuerza quedarme. Irme para qué, quedarme
para qué. Irme para cambiar el contexto, el lugar. Las personas y las
posibilidades. Pero nunca idealizar el viaje, me voy conmigo misma, conmigo
misme. Sigo con mi persona, con mis miedos, expectativas, ansiedades, sigo con
las pocas o muchas esperanzas, con las pocas o escasas creencias, con las
fuerzas más o menos amoldadas en el trayecto hasta ahora.
El irse como
posibilidad. El irse como posibilidad de cambio, de cambio de estado. Y no de
estado civil, político como el juego de nuestras niñeces. El estado mental.
Cuando me subo a un bondi y viajo 20 horas, o me tomo un avión y pasó tres
países por debajo del cielo en cinco horas, esa distancia es tiempo, es espacio
mental. La posibilidad de irme me da al menos la posibilidad de ese espacio
mental: qué hago, qué estoy haciendo, que voy siendo, qué cosas podrías hacer,
qué cosas podría cambiar de rumbo. Y por ahí solo es un milímetro de esperanza,
una pulgada de pasión, una mirada sostenida, pero el aire en la mente, el
espacio en el pensamiento no se ocupó con más neurosis, sino con acción.
La posibilidad
de viajar es solamente humana, la capacidad de sentirnos libres, salvajes, del
misterio de otras tierras pueblos y culturas es un posibilidad netamente de las
personas. Y esto nos da el privilegio de usarlas en la pintura, en las letras, en los relatos, en
dedicarnos a contar experiencias vividas, en experiencias deseadas, en
reproducir otros relatos, en hacer relatos con otres en inventar otras
historias diferentes, otros destinos felices, diferentes a los conseguidos hasta
ahora.
En Caracas uno
se puede sentir parte de un todo, no entender mucho los códigos de una capital
que se ha llenado de revolución y que convive con asesinatos, sicarios, mucha
morenidad y muchas palabras, con muchas personas superistrionikas. Yo me sentí
como en las afueras de la vecindad del chavo. En Colombia me sentí en un lugar
maravillosos, de tierras del García Márquez, en un realismo mágico de la
Allende, pero con mucho calor. De historias de brujas y narcos, de trueques de
vida por transmileños, donde un rubio puede ser temido, violado, robado y/o
estafado. Donde los argentinos no somos los sabelos todos, donde no somos el
centro de la vida, donde no somos la Francia de Latinoamérica, donde te roban
en pleno primero de enero de cualquier comienzo de cualquier año. Donde el
reaggetton y la bachata no se ponen en
cuestión, donde las figuras y los acercamientos tampoco se discuten, se
ejercen.
Viajar para
volver. Para volver al punto de partida o a otro punto de partida. Uno no
vuelve para volver siempre al mismo lugar, para volverse, revolverse darse y
encontrarse.
De esto se trata
amigas amigos amigues de encontrarnos de viajarnos un poco, de llevarnos por
otras posibilidades de dejarnos llevar por otras miradas por otros brazos por
otras cabezas dejar de ser un poco nosotros para ser otres y para volvernos y
devenirnos en otres.
De eso se trata
de barajar y dar de nuevo, dar todas la veces que sean necesarias para que el
partido sea divertido para que ganemos todes, para que nadie quede afuera, que
queden afuera de estos juegos, sólo aquellos que nos desacatan por no dejarnos
ser. Que queden afuera los asesinos de los sueños, los pesimistas del deseo… ¿Para qué voy a hacerlo sino se va a dar?
Para que vayamos
por todo yo te pido que vayas por todo yendo a por algo. Comenzá con una
mirada, con un saludo al sol, con una patada de krol, con un mate tibio, con un
té común para después ir por el de hierbas, con un planta, con un potus que crece y se
mantiene casi solo, para ir luego por el bosque. Comenzar por algo es ir por el
todo, y que todo sea comenzar por algo.
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