martes, 26 de marzo de 2013

El deseo como bandera




El deseo como bandera
Por Cristian Prieto*. En el marco de la conmemoración del 37 aniversario del Golpe Militar del 24 de Marzo, un acercamiento a la historia de lucha de los movimientos que pusieron en jaque la heteronormatividad en los años sesenta. El pedido de justicia por los crímenes cometidos hacia sus cuerpos y proyectos de vidas.

La historia de las organizaciones de la disidencia sexual surgió a mediados de los años sesenta. Héctor Anabitarte, perteneciente al Partido Comunista (PC), es uno de los impulsores del primer grupo de homosexuales varones llamado Nuestro Mundo. Este grupo se comenzó a reunir en la casilla de Anabitarte, en la localidad de Gerli. Allí discutían cómo sacar del anonimato la discriminación de la cual eran víctimas todos los homosexuales.
En palabras de Anabitarte: "En Nuestro Mundo participaban personas del pueblo, algunas de las cuales eran portadoras de la ideología más reaccionaria y conservadora. Repartíamos boletines... Los periodistas que me recibían se quedaban helados. Pero ¿Usted es homosexual? Armaba los boletines en la sede de la agencia DAN que estaba vinculada de alguna manera al Partido Comunista. Tiempo antes había llegado a las oficinas de DAN, vía Partido Comunista, un informe donde se me denunciaba como homosexual. El director me llamó a su despacho y me dijo que, de haberlo sabido antes, no me tomaba. Pero después de conocerme y tratarme no encontraba un solo argumento para echarme".
En una correspondencia personal de Anabitarte, intentando dar coordenadas sobre el comienzo de Nuestro Mundo afirma que "los primeros pasos fueron en 1967". Allí mismo, dirigiéndose a Sam Larson, cuenta de la existencia del Boletín llamado Homosexuales. Un dato interesante al que se refiere en la misma carta tiene relación con el escritor José Bianco, que fuera colaborador del grupo. Allí cuenta que el escritor sentía simpatía por el trabajo que realizaban como grupo, pero que no acordaba en reivindicar a la homosexualidad. Toda una marca de época que habla del sentido que tenía en ese entonces vivir una sexualidad disidente de manera libre.
Comienza el Frente
Ya a partir de 1971 comienza a funcionar el Frente de Liberación Homosexual (FLH). Esto es a partir del encuentro entre este primer grupo con intelectuales gays que estaban emparentados con el movimiento gay power americano.
El FLH estuvo conformado por los siguientes grupos: Nuestro Mundo, que lo integraban sindicalistas, el grupo Eros del cual formaba parte el poeta y activista Néstor Perlongher, el grupo Safo de Lesbianas, Grupo Profesionales relacionado a la academia, Bandera Negra, de orientación anarquista, y algunos mencionan al Grupo Emanuel, perteneciente a la Iglesia Católica, pero se cree que podrían haber participado integrantes de este grupo aunque no de manera orgánica.
El Frente funcionaba como una coordinación de grupos autónomos, donde no existía dirección política porque consideraban "que la organización verticalista y autoritaria" era "propia del machismo". Es así que cada grupo tenía su forma de trabajo, su militancia y actividades particulares, y lo que permitía el Frente era una coordinación ante el clima represivo, no sólo hacia las organizaciones políticas, sino también a los homosexuales perseguidos por los edictos policiales.
"La revolución es un acto de amor"
El FLH estuvo presente en las movilizaciones históricas del 25 de mayo y 20 de junio de 1973. En ellas se hicieron presentes con una bandera que tenía escrita parte de la marcha peronista: "Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad". En una entrevista realizada en el mismo año por el semanario Así, el mismo Perlongher explica que esa consigna tenía que ver con la necesidad de formar parte del mismo proceso histórico de liberación nacional y social en el que las mayorías estaban inmersas. Y también afirma que "a pesar de las contradicciones y los prejuicios machistas que todavía subsisten en la población, la revolución popular debe cuestionar también las pautas morales de la clase dominante, o sea que la revolución es un acto de amor".
En la búsqueda de documentos, archivos y papeles escondidos, me encontré con la buena predisposición de Gustavo Pecoraro, activista LGTB, quien me acercó mucho de los materiales con los que escribí esta nota. La más sorprendente, en todo este relato del silenciamiento de estas historias, fue el dato aparecido en el Informe de Gays DC (Gays por los Derechos Civiles) aparecido en el año 1996. Este informe fue realizado por Carlos Jáuregui, quien formaba parte de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina). Jáuregui se entrevistó con el Rabino Marshall Meyer, integrante de la Conadep, y cuenta que en el informe original del "Nunca Más" se mencionaban a 400 homosexuales que se encontraban desaparecidos. Según el rabino "el trato dispensado por sus ¨católicos¨ carceleros había sido especialmente cruel y cruento como en el caso de los desaparecidos judíos". Y concluye diciendo que ese dato nunca fue publicado.
Cabe aclarar que el título que llevaba el informe mencionado era: "Un olvido esperado". Desde la distancia, desde el acercamiento y desde cualquier sentimiento y deseo de justicia, esta doble desaparición debería indignarnos en lo más profundo de nuestros corazones, porque si la revolución es un acto de amor, y en eso podemos acordar muchos y muchas, este silenciamiento histórico debe salir del closet de nuestras memorias.

*Cristian Prieto es Integrante del Colectivo de Varones Antipatriarcales

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