jueves, 26 de agosto de 2010

No somos putos, no somos faloperos…


El sábado pasado se realizó el cuarto encuentro de la “Escuelita de género” que han organizado compañeros y compañeras del espacio de mujeres del FPDS (Frente Popular Darío Santillán), el Colectivo de Varones Antipatriarcales, ONG desde el pié, Mate Popular, el centro Deportivo y recreativo Villa Arguello y el grupo Vientos desde debajo de la ciudad de La Plata.

Este encuentro se centró en la temática Sexualidades e Identidades de Género. En una primera etapa escuchamos audios editados sobre comentarios de todo tipo respecto del casamiento entre personas del mismo sexo. Luego nos dividimos en grupos y comenzó el debate y diálogo sobre lo que nos había pasado al escuchar diferentes voces que hablaban de la homo-lesbo-transfobia, de los dinosaurios de siempre que decían las barbaridades de siempre con la urgencia que había en desorientar a la plebe argentina, antes de la aprobación de la hecatombe del matrimonio igualitario.

Pero me quiero detener en un aspecto que es interesante prestar atención: es que integrantes de organizaciones sociales nos reunimos para preguntarnos y cuestionarnos sobre identidades de género y orientación sexual desde los movimientos sociales.

Hay que resaltar que la historia de lucha de organizaciones políticas y sociales y la de la de los movimientos LGTTTBI, desde antes de la dictadura y luego de la dictadura ha sido conflictiva. De hecho ha costado el encuentro de una agenda común entre organizaciones de Derechos Humanos y de estos movimientos y colectivos luego de la apertura democrática allá por el año 1985.

El hecho de que aún hoy sea difícil encontrar estudios de género que profundicen sobre cómo la represión de la última dictadura militar disciplinó los cuerpos concretos de putxs, travestis, trans y de lesbianas es muestra de que ese diálogo sigue siendo complicado.

Por eso mismo haber discutido, haber entrado a esta discusión desde los movimientos sociales y colectivos, donde su eje no es la diversidad sexual, la disidencia sexual, ni el género su lucha concreta, abre la posibilidad de ir encontrando caminos comunes a conflictos que a todxs nos pasan por el cuerpo.

Una frase recurrente que marcó el plenario del final del taller, traída por muchas compañeras y compañeros fue: “lo personal es político”. Y bien afirmado por una tallerista: “lo político también es personal”. Muchas veces la enajenación de lo personal que existe en las organizaciones sociales, en partidos de izquierda no ayuda a integrar el cuerpo como parte del deseo de ser felices con nuestras elecciones y con las que no son tan elegidas. Involucrar nuestro cuerpo es ponerlo en la lucha por una sociedad más justa, pero también al servicio de nuestra corporalidad, la del deseo, la del erotismo, sin dejarnos llevar por las estructuras sociales que también existen en nuestras formas de organizarnos. Estructuras que a a la vista no nos han hecho ni un poquito felices.

En el plenario final estuvieron compartiendo sus experiencias como mujeres empoderadas las compañeras de la Colectiva Feminista Las Furiosas, varones dispuestos a deconstruirse del Colectivo de Varones Antipatriarcales y una compañera venida de la militancia lesbo feminista, Ana Rubiolo. Compañera que se animó a contar las vicisitudes de la militancia feminista en la apertura democrática, donde resultaba dificultoso juntar a las mujeres con las militantes “raras” del lesbianismo.

“A desalambrar” cantaba Víctor Jara. A desalambrar las estructuras que no nos ayudan a ser los más felices que debemos ser, a desalambrar los moldes preconcebidos y a llenar las luchas de un arco iris enorme, con estrellas rojas por doquier, pero también estrellas doradas, plateadas, bien locas como la alegría que sentimos los que alguna vez hemos bailado al son de “soy lo que soy” en las plazas, en las camas y en los movimientos y organizaciones sociales.

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